Así, tomaremos como brújulas una baraja y una tirada de cartas para activar un paseo que se plantea como una lectura de cartas y de calles, pero también como una reescritura de espacios que iremos construyendo a través de nuestros pasos.

Con las derivas paseamos desde otro tiempo y bajo otro ritmo de mirada, activando el cuerpo y sus sentidos, dejando atrás las urgencias e imperativos del día a día. Sabemos de dónde partimos, nunca a dónde vamos a llegar, pero ¿realmente eso importa? Nos quedamos siempre con lo que sucede a lo largo del camino.